jueves, 10 de septiembre de 2015

Amenaza

Hoy me despedí de Pamela un poco más temprano, porque percibí que estaba cansada. Tantas noches desvelada charlando conmigo le estaban pasando la cuenta, pues ya estaba empezando a formar ligeras ojeras debajo de sus ojos blancos. No quiero que enferme por mi culpa, así que la dejé tranquila.
Pero más allá de escribir que me retiré temprano, tuve la "agradable" sorpresa de encontrarme con Rosalie... Aparentemente me ha estado observando durante todo este tiempo, dado que partió la conversación de la siguiente manera, según recuerdo:

- "Te estás llevando muy bien con esa humana... Me alegro que estés empezando a disfrutar de tu nueva vida" - Dijo con un gesto burlón, sus palabras no eran de una alegría sincera - "¿Planeas tener sexo con ella?... Dicen que las relaciones humano-vampiro son muy placenteras"

-"Déjame tranquilo... Ella es sólo una amiga"- Respondí un poco avergonzado por su comentario.

-"No tiene nada de malo un poco de diversión.... Después de todo es ciega, no se dará cuenta que eres horrible..."

-"Cállate, Rosalie..."

-"Oooh... Siento avergonzarte... ¿Realmente te gusta tanto? "

-"Eso no tiene porqué importarte."

Entonces, su postura burlona desapareció y apareció un rostro de enfado. Me empujó contra la pared de la callejuela y colocó sus brazos a mis costados.

-"Escúchame bien, maldita rata... ¡Estás cagado!... ¡NO eres NI volverás a ser humano...! Sácate esa idea de la cabeza. ¿Qué estás buscando con visitar todas las noches a la perra ciega? Si no te vas a acostar con ella o chuparle la sangre, no te involucres más con ella."

-"¿Y por qué tendría que hacerte caso? ¡No eres mi dueña!..."

-"¿No...?"

Tras eso, sentí un fuerte dolor de cabeza súbito; un dolor muy intenso, como si miles de voces me hablasen al mismo tiempo en distintos idiomas, apuñalando cada fibra neuronal con sus tonos agudos y graves, anulando al resto de mis sentidos. Sólo atiné a afirmar mi cabeza y tirarme al suelo.

No puedo recordar cuánto tiempo estuve en el piso llorando y retorciéndome... Sólo recuerdo que antes de que el dolor desapareciera, todas esas voces dentro de mi cabeza se volvieron una sola... La voz de Rosalie que me decía "Yo soy tu dueña..."

Al desaparecer el dolor y poder abrir mis ojos, Rosalie ya no estaba en el callejón...

Estaba solo, recostado en el piso...



No hay comentarios:

Publicar un comentario