sábado, 12 de abril de 2014

Esa noche, decidí acompañarla a su hogar.
Le ayudé a incorporarse y caminé junto a ella sosteniéndola del brazo derecho.

No podría explicar qué fue lo que me motivó a acompañarla, tal vez la comodidad de poder conversar con alguien sin que saliera despavorido huyendo, pero por alguna extraña razón, me sentí cómodo y alegre de poder caminar junto a ella.

Mientras caminábamos, pude observar de reojo que la mujer era de tez muy blanca, casi como si estuviera muerta o muy enferma. Sin embargo, su piel hacía que sus labios carnosos y rojizos resaltaran mucho de su rostro.
Su cabellera era larga, ondulada y rubia. Sus ojos grises vacíos le daban un toque hermoso e inalcanzable.
Su cuello era esbelto y delgado, podía ver claramente sus suculentas venas...
Más abajo, estaba su busto, el cuál no era muy voluminoso, pero era perfecto desde el punto de vista estético, acorde a su cuerpo delgado y frágil...
- Mi nombre es Pamela...¿y el suyo?
- ¿Pamela?... - ¡Claro!... Algo había en ella que me hizo acompañarla, más allá de la comodidad de conversar con alguien que no me tuviese miedo, más allá de su atrayente belleza ... Algo tenía ella que me recordaba a... - ...Mi nombre...es...José...

Hace mucho tiempo que no pronunciaba mi nombre... Casi había olvidado cómo me llamaba... Me sentí aliviado de aún poder recordarlo...

- Mucho gusto, José... -

Sonrió. Esa mujer me regaló una hermosa sonrisa con unos dientes perfectos, blancos como la nieve y bien alineados en su boca.

- Aquí vivo yo... .- Apuntó un viejo edificio de tres pisos- Lo reconozco, porque cuento el número de pasos que recorro desde que salgo de aquí. 

Entonces la mujer, de forma voluntaria, me abraza suave y tímidamente:
- Le agradezco nuevamente que estuviera ahí...No sé que habría ocurrido... ¿Nos volveremos a ver?

- No creo que sea buena idea...  Usted no me conoce, no sería apropiado...

- Por favor, no creo que Usted sea una mala persona y me siento en deuda... ¿Vendrá a tomar una taza de té conmigo, algún día?  

-Tal vez... Algún día...-

Me volvió a sonreír y luego se dio la vuelta para entrar al edificio.

No tuve el valor de alejarla, ni tampoco la frialdad de aprovecharme de su debilidad y beber de su sangre.

1 comentario:

  1. Nunca creí que los seres así tuvieran ciertos reparos, siempre la literatura nos enseña algo nuevo.
    Un abrazo.
    HD

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